Paz y bien. Me tocó el otro día ir a la peluquería. Yo también estoy apegado a la imagen. Lo que más me gusta no es lo que hacen sino el tiempo de la espera y la posibilidad de leer revistas que no leería si no fuese por esta circunstancia.
Cogí un Magazine sobre la mujer. Ahora que estoy dedicado a la empresaria, emprendedora y líder, estas lecturas me parecen interesantes. Dan pistas de por dónde va la “mujer hoy”. Los temas son supuestamente de interés y actualidad. Lo mismo responden al plan de un periodista o equipo. Quiero creer que surge de la interacción con sus lectoras.
Bueno, yo de lo que me he decidido a escribir es de algo que me ha interesado, las separaciones. Podemos pensar en automático que de lo que va el tema es de los divorcios de pareja, pero no son menos dolorosas las rupturas con un lugar, un trabajo, unas personas (amigos, padres, hijos…), forma de vida, etc.
Quisiera hacer algo distinto de lo que hubiera hecho viendo mi tarjeta de visita. Esta frase sin sentido realmente es graciosa. Este secretillo que te voy a contar tiene su punto. En un elevator picht dejé “ojiplática” a una mujer trajeada que estaba al lado mío. Como estuve atento a la reacción de mi arrebatado discurso, decidí acercarme a darle mi tarjeta profesional. Cuando cogió mi herramienta promocional su gesto fue de pavor. ¡Uff! Me dije, aquí pasa algo. Leí con ella:
En ese instante en que dije a qué me dedicaba, vi que daba poca o ninguna solución o esperanza, no se entendía eso «acompañamiento para…». Eso de ser terapeuta de Separaciones, divorcios, rupturas, etc es muy de “yuyu, yuyu”. Sentí que no me gusta me recuerden que estoy “fastidiado” en ese proceso. Encima es que no menciono que ayudo a nada, de alguna forma. ¡Mamma mia! mejor no me arrimo. Lo pensé de mí, y creo que ha sido de las pocas veces que he sido empático con una posible cliente, de una manera tan consciente.
He estado analizando las palabras asociadas, o que se utilizaban en el artículo periodístico que me ha inspirado este post. Aparecen cuatro o cinco significativas, verbos como: dividir, desprender, cortar, apartar, excluir. Y en un momento casi sin venir a cuento aparece la clave: el apego.
Y no sé ni cómo ni porqué pero se me viene encima el bueno de Buda. Eso debe ser por las lecturas. También debe ser por mi contacto con el zen, donde se habla del desapego al practicar meditación.
Ahora me distancio para luego retornar al tema. Soy muy fan de Gwyneth Paltrow y el artículo de la revista hace mención de su “separación consciente”, que aunque es un término acuñado por la terapeuta K. Woodward, nos ha llegado a los mortales revisteros con el comentario de la actriz a su ruptura sentimental. Eso sí, con la sencillez y belleza de la que hace gala la “medioespañola”.
¿Qué es un “desemparejamiento consciente”? obvio decir que es decidir dejar de ser pareja, abandonar el ser par para volver a nuestra esencia impar. Por supuesto, siempre de manera consciente, con la responsabilidad de la desafección y el sentido del desapego.
Realmente de lo que quiero hablar es del trabajo con el desapego que se hace al practicar meditación y mindfulness. El apego y la dependencia son unos de los orígenes del sufrimiento. Vamos a apostar por el bienestar. Ese fue el objetivo con el que esta Semana Santa quise santificarme yendo a un Retiro. Después de tres días sin hablar escribí:
No quisiera hablar de trucos como en algún post anterior. Este tema es suficientemente duro como para tratarlo de una forma más profunda. Y aclarar que el marco son las SEPARACIONES, no una sola que cuando toca parece la única y más importante, la de tu pareja. Pero quien vive la separación de su país (no olvidemos que somos un país de emigrantes), un terruño, o la ruptura con un trabajo, o la lejanía de un hijo/a…, es igual o más doloroso.
Separarte, poner distancia de lo que te afecta, es complejo. Se dice a nivel espiritual que buscamos la unión pero también en la ascesis se trata el tema del control de corazón, mente y afectos. En la meditación observamos la mente, ese es el “ejercicio”. ¿Cómo se observa la mente? Prestando atención a lo que en literatura se llamaría la “corriente de conciencia”.
A mi hija tuve que explicarle cuando era pequeña esto de los retiros de meditación (le tuve que poner creatividad porque ¡a ver qué se le cuenta a una criatura para que lo entienda!)y lo comparto porque es una historia divertida:
<<-Papi ¿qué es eso que haces, dónde vas?
-Hija voy a Mindanao.
-¿Ya te han dado el pasaporte, porque tienes que ir con pasaporte, verdad?
-Sí, hija, el otro día me lo dieron, con funda de piel y todo. Me ponen sellos cada vez que paso un día o varios. Ya sabes que también a eso lo llaman Retiro, pero no es el Jardín de Madrid donde has visto patos y barcas, ardillas y gente haciendo de todo, y has patinado y tomado un helado…y recogido hojas secas en otoño…
-Vale, vale, ya, ya pero ¿Qué es eso de Mindanao?
-Ya te dije lo que es mente en inglés, atención. Pues la palabra lo dice todo, solo que el otro cachito de palabra es en portugués o castellano antiguo. Nao es barco, y una traducción libre, ya sabes que yo soy un traductor mu libre, cariño. no le preguntes a tu profe si lo he traducido bien porque te va a decir que tienes un papá que no tiene ni repajolera idea de lo que dice.
Bueno, que cuando medito tengo un barco en la orilla de la mente y cuando ve un pensamiento, le invita a montarse en el barco e irse de viaje. Como dice la tita Thais “pillo un pensamiento o mismamente una emoción, y lo dejo montarse en el barco, despliega las velas y se va. Aparece otro, y en mi puerto hay muchos barcos que lo sepas, le invito a montarse e irse de aventura. Y así todo el rato”. Yo también digo que es Atención en el barco que hace su singladura del día a día; o Atención al barco que somos, a lo que hacemos, sentimos, pensamos (ser, estar y parecer). Mindanao, hija, es como Itaca, algún día te contaré el cuento; la canción en catalán ya se la has escuchado a Lluis Llach, que traduce a su manera un poema de Kavafis, sí hija, un escritor griego de hace unos años que escribía muy bien.>>
Entrenar la observación de la mente lleva a ejercitar lo que en psicología transpersonal llamamos “El Testigo”. No te implicas en la corriente de conciencia, eres consciente de que la mente es un espejo y tú sólo estas como atestiguador ecuánime de los pensamientos, emociones, sensaciones físicas, sentimientos, deseos, sueños….
Este ejercicio del Testigo facilita eso del desapego. Cuando luego lo llevas a la vida cotidiana funciona. Podrás decir ¿qué te voy a decir yo? No estoy para vender motos, yo voy en bici. Esto que te cuento me ha pasado a mí en primera persona: supe gestionar mejor y sin tanto sufrimiento la separación de mi hija tras el divorcio, por ejemplo. Después de más de diez años en la empresa en la que trabajaba, como Comercial y Responsable de Comunicación, me despidieron. Me costó sólo las lágrimas del día de la despedida de mis compañeros, y del “monstruo logístico” que había contribuido a posicionar en el mercado.
Esos sentimientos de pena, desgarro, incertidumbre los sobrellevé, comprendo lo efímero de las cosas, lo que es deja de ser en un momento, lo que controlas dejas de controlarlo en el momento siguiente…, la gestión de la empatía para mí fue mi salvación (si lo comparo con lo que han pasado otros compañeros y compañeras).
Podría poner más ejemplos pero estos dos los he vivido últimamente. Este poema surgió en plena separación de la madre de mi hija.
Estoy apegado al deseo,
Estoy apegado a las explicaciones.
La mente pegada a mí
¿O soy yo mi mente?
Estoy apegado al sentir,
Estoy apegado al pensamiento.
Violentado por la mente
¿O emitiendo mil juicios?
Después de nada queda el apego.
Antes de algo no hay desapego.
Miguel Ángel Cervantes Almodóvar